Una de las cosas que dan realismo a la obra de Cervantes es que presta atención a lo que es importante en la vida cotidiana. Sus lectores lo sabían muy bien: tener una buena dentadura aseguraba una buena digestión de la comida, pero entre golpes, falta de cuidados y mala alimentación, era muy difícil llegar a una edad avanzada con la dentadura completa.

El ilustre novelista, poeta y dramaturgo español del Siglo de Oro fue el encargado de describir lo desastroso de su propia boca en el prólogo de sus ‘Novelas ejemplares’. Donde afirmaba sobre ella:

“la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros”.

Y es que Cervantes debía estar preocupado por su mala salud bucal pues en su obra cumbre, Don Quijote de la Mancha, podemos encontrar también diversas referencias a la importancia de la misma. Investigando en la obra se observa a lo largo de ella, una preocupación por la salud dental por parte de Don Miguel. En el Quijote se tratan hasta cinco facetas diferentes relacionadas con la odontología:

La traumática, en el capítulo XVIII aborda el traumatismo; Don Quijote sufrirá un traumatismo facial que le dejará como secuela la pérdida de piezas dentales. El caballero de la triste figura ni se acuerda de las pedradas y golpes recibidos en el cuerpo, sin embargo, sí que hay una preocupación por su dentadura; incluso le pide a su escudero que “recuente muelas y dientes pues los ve maltrechos”. El suceso tuvo lugar tras la aventura de los pastores, cuando una pedrada le llevó de camino “tres o cuatro dientes y muelas de la boca”. Al finalizar el acontecimiento, el hidalgo se pondrá la mano en la boca “porque no se le acaben de salir los dientes”. El hidalgo manchego solicita a Sancho que le revise cuántos dientes y muelas le faltan del lado derecho de la quijada;” Metió Sancho los dedos, y estándole atentando, le dijo: —¿Cuántas muelas solía vuestra merced tener en esta parte?”

Las enfermedades dentarias. Comenta Don Quijote «que en toda su vida no le han sacado dientes ni muela de la boca ni se le ha caído ni comido de neguijón ni de reuma alguna», está mencionando tres palabras relacionadas con la odontología conocidos en la época: los sacamuelas, el neguijón y el reuma.

Otra causa de pérdida dentaria era el “catarro de los dientes”, patología relativamente frecuente (“que en esta tierra de Aragón son tan ordinarios”). El catarro fue responsable de que doña Rodríguez perdiera parte de sus piezas dentarias (presumía de tener “sus dientes y muelas en la boca, amén de unos pocos que se le llevaron los catarros”). Es muy probable que el “catarro” correspondiera a una piorrea alveolo-dentaria.

Respecto a la higiene y limpieza de los dientes se dice «Y después de la comida acabada y las mesas alzadas, quedarse el caballero recostado sobre la silla y quizás mondándose los dientes, como es costumbre». La usanza era limpiar a base de palillos de madera las juntas de los dientes y muelas. En uno de los capítulos se describe a Sancho Panza “enjuagándose la boca”, como signo de higiene y limpieza, después de una de sus comidas; don Quijote también “se enjuagó la boca” cuando fue vapuleado por un rebaño de toros y vacas a los que había desafiado en un cruce de camino, como si fueran caballeros andantes. Esta preocupación por la higiene dental resulta realmente llamativa.

La mala higiene bucal suele llevar asociada halitosis. Al menos dos personajes femeninos aquejan esta dolencia, la cual debió ser bastante frecuente en la época: el aliento de Maritormes le olía a ensalada fiambre y trasnochada, y Altisidora tenía un “cierto aliento cansado”.

Clases y formas de dentaduras. En cuanto a morfología dentaria, nos dice el Quijote: «¿Cuántas muelas solía vuestra merced tener en esta parte? —Cuatro, respondió Don Quijote, fuera de la cordal, todas enteras y muy sanas.» La cordal era la muela del juicio.

Refranes y dichos populares en relación con los dientes,» Pues en esta parte de abajo, dijo Sancho, no tiene vuestra merced más de dos muelas y media, y en la de arriba ni media, ni ninguna, que toda está rasa como la palma de la mano. —¡Sin ventura yo! dijo Don Quijote oyendo las tristes nuevas que su escudero le daba, qué más quisiera que me hubieran derribado un brazo, como no fuera el de la espada; porque te hago saber, Sancho, que la boca sin muelas es como molino sin piedra, y en mucho mas se ha de estimar un diente que un diamante”. Cuando Altisidora maldice a don Quijote: “Que le queden los raigones si le sacasen las muelas” ¡menuda maldición!

Para finalizar nos quedamos con uno de los refranes que aparece en la novela cervantina en relación con la dentadura: “entre dos muelas cordales nunca metas tus pulgares”.

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